El pie es una de las estructuras mas afectadas en la evolución ya que lo sometemos cada momento a una sujeción y estabilidad externa: el calzado. Gracias a ello o por culpa de ello ha perdido gran parte de su función y sus numerosos músculos, articulaciones, ligamentos y tendones intrínsecos (que empiezan y acaban en el pie) han dejado de estabilizar la pisada y por ello aumenta de manera exponencial la probabilidad de lesión.
¿Quieres recuperar la función del pie? ¿Quieres mejorar tu pisada cuando correr? ¿Quieres mejorar la economía de carrera? ¿Quieres evitar lesiones?
Aplica estos consejos de manera contínua y veras la diferencia.
1) Anda descalzo o con calzado minimalista todo lo que puedas. Activaras la musculatura intrinseca del pie y todas estas estructuras reforzadas harán que cambie tu sensación al pisar.
2) Realiza ejercicios para activar el Tibial posterior. Este músculo es el encargado de mantener el arco plantar, el cual es fundamental para transferir la fuerza de manera eficiente desde el talón hasta los pies cuando damos un paso.
3) Realiza masajes con una pelota rígida para relajar la fascia plantar. Estos consejos son útiles pero hay que aplicarlos en pequeñas dosis, ya que el remedio puede ser peor que la enfermedad. El pie está acostumbrado a no trabajar o trabajar poco, y el exigirle demasiado, por ejemplo salir a correr descalzo porque hemos escuchado que es bueno, puede provocar una lesión (fascitis plantar, fisura del metatarso…) que suele tener un tiempo de recuperación elevado. Por ello, comienza a 1) realizar ejercicios de fortalecimiento y 2) soltar la planta con masajes con pelota rígida (comienza con una pelota de tenis y ve probando diferentes durezas y materiales)
Son pequeños cambios, que realizados de manera continua pueden provocar grandes modificaciones.
Seguimos con nuestro análisis de las funciones que tiene cada articulación.
Siguiendo la teoría de Gray Cook, la siguiente articulación del tobillo, requiere de movilidad para un correcto funcionamiento. Para evitar lesiones y mejorar la locomoción es fundamental que el tobillo tenga una correcta dorsiflexión de unos 30-35º. En caso de no disponer de un goniómetro para medir el ángulo articular, podemos valorarlo a “ojímetro”, observando si la rodilla sobrepasa la punta del pie manteniendo este totalmente apoyado en el suelo. Otro de los factores a tener en cuenta es que el tobillo no debe colapsar, o vascular hacía el maleolo interno, es decir, el arco plantar no debe bajar hacia el suelo. Para ello mantendremos la articulación en posición neutra y realizaremos movimientos en el plano sagital para ver si el tobillo dispone de una correcta movilidad (30-35º).
FUENTE: Iñigo Almandoz Badiola